Cuando un hijo está por elegir carrera, es normal que surjan dudas, miedos y presiones. En este artículo descubrirás por qué contar con un mentor vocacional puede marcar una gran diferencia: no solo ayuda a tomar decisiones académicas, sino a conectar con el propósito y el sentido de vida. Hablamos del valor del acompañamiento personalizado, compartimos una historia real y explicamos cómo un mentor puede transformar este momento en una experiencia positiva, clara y significativa tanto para padres como para hijos.
Cuando un hijo está por terminar el bachillerato, una pregunta empieza a rondar con más fuerza que nunca: “¿Qué va a estudiar?” Y como madres o padres, queremos ayudar… pero muchas veces no sabemos cómo hacerlo sin presionar o proyectar nuestros propios miedos o expectativas.
Es ahí donde entra en juego una figura poderosa: el orientador vocacional. No se trata solo de alguien que da consejos, sino de alguien que acompaña, escucha y guía de forma personalizada para que tu hijo pueda tomar decisiones con claridad, confianza y propósito.
A diferencia de los típicos test vocacionales rápidos o las ferias universitarias donde todo se ve desde afuera, el acompañamiento personalizado se centra en la persona, no en la carrera. Un orientador se toma el tiempo de conocer a tu hijo: cómo piensa, qué le emociona, cuáles son sus dudas, temores y sueños.
Ese proceso no solo le ayuda a elegir una carrera, sino a elegirse a sí mismo. Y eso… no tiene precio.
Todo. Porque una elección vocacional no es solo académica. Es una elección que afecta la identidad, el sentido de vida y el bienestar futuro.
Cuando un joven se siente escuchado y acompañado, no solo decide con más seguridad: también empieza a conectar con su propósito de vida. Y eso se refleja en su motivación, en cómo se compromete con sus estudios y en cómo enfrenta los retos.
Claudia tenía muchas dudas para elegir la carrera. Su madre Alejandra trataba de apoyarla y le hablaba de algunas carreras que ella creía que le iban a gustar. Pero al final seguian con la duda, hasta que decidió buscar ayuda con un orientador vocacional.
Le recomendaron a Centro COVi, donde Claudia comenzó a descubrir intereses que ni ella sabía que tenía. Identificó habilidades, conectó con lo que quería aportar al mundo y, poco a poco, fue definiendo su camino. Hoy estudia Psicología con una sonrisa en el rostro… y Alejandra respira tranquila.
Le da estructura a un momento caótico
Le devuelve el poder de decisión al joven
Genera reflexión en vez de presión
Acompaña sin imponer
Ayuda a construir un plan realista con sentido
Como padres, podemos abrir el espacio, dar amor, y también reconocer cuándo un guía externo puede sumar. Porque elegir una carrera no es solo una elección técnica: es una decisión de vida. Y si se hace con acompañamiento, puede ser el inicio de un camino lleno de sentido.
Si deseas ayudar a tu hijo a descubrir cuál es el mejor camino, Centro COVi es el aliado perfecto para asegurarte de que la decisión sea la correcta. ¡Contáctanos y da el primer paso hacia un futuro profesional lleno de satisfacción!
Porque no se trata solo de resultados rápidos, sino de un proceso humano y reflexivo. Un orientador escucha, observa y acompaña al joven en su exploración personal, mientras que un test solo arroja sugerencias basadas en respuestas superficiales. La diferencia está en la conexión y el enfoque personalizado.
Gana claridad sobre quién es, confianza para tomar decisiones, herramientas para autoconocerse y un plan de acción con sentido. Además, reduce la ansiedad que puede generar esta etapa de transición y se siente más motivado a construir su futuro.
Un papel fundamental, pero no como guías directos, sino como apoyo emocional. Cuando los padres permiten que el orientador acompañe a su hijo desde una perspectiva neutral y profesional, fortalecen la relación y fomentan la autonomía del joven.
Durante el bachillerato, especialmente entre segundo y tercer semestre. Es una etapa clave en la que aún hay tiempo para reflexionar, explorar intereses y elegir con calma, antes de la presión de los exámenes y el cierre del ciclo escolar.